lunes, 5 de diciembre de 2016

Viajar sin saber a dónde


Quería ir a una playa del sur. Quise conocer, pero nunca llegué. Según una torpe investigación en internet debía llegar a Curicó y de ahí a   en un bus local que no llegaba más que hasta el interior. Tuve que tomar otro bus que me llevó a otra playa. Iloca.
No fué muy memorable estar en esa playa. Al final estar en Curicó fue la mayor impresión. Es la tierra de mi abuela y tíos abuelos. La plaza de Curicó es tan bella en la máxima expresión de esa palabra. Sus árboles son altísimos y da una rara sensación de ser un bosque de otra era geológica, con vegetales y árboles gigantes, sombría en pleno verano.

Cosas, lugares, personas y sucesos extraños
que no encajan en lógicas de ningún tipo
A propósito del tiempo

El terremoto botó casi toda la catedral de Curicó. Queda la fachada y parte del espacio de entrada, quizá donde estuvo la pila de agua bendita para santiguarse antes de entrar, donde arriba había un coro o acceso al campanario. La balaustrada que se divisa en la parte inferior izquierda de la foto, es ese coro. Es todo lo que hay, impresiona ver el espacio vacío a continuación donde se siente esa parte fantasmal  de la catedral que se derrumbó. 
Fantasmal derrumbe, no puedes sino sentir ese sonido que comienza suave como una cocción de piedras que empieza a hervir.
Nada hay que podamos decir de esta mitad de ángel.
Sus alas, de características nada aéreas, los ladrillos contra su rostro. Nada.